Justificación de la cirugía bariátrica
La obesidad se considera una enfermedad crónica y son tantos los factores que influyen en la misma que es difícil conseguir un resultado eficaz a partir de un planteamiento terapéutico único. En otras palabras, es necesario indicar un tratamiento holístico que actúe de forma específica en cada persona sobre todos los elementos que contribuyen a generar obesidad en un individuo concreto.
En la actualidad existe un aumento alarmante de la prevalencia de la obesidad.
La obesidad es responsable directa del incremento de factores de riesgo cardiovascular así como de otras complicaciones, considerándose como la segunda causa de mortalidad prematura evitable, después del tabaco.
Además de complicaciones físicas, conlleva complicaciones psicológicas (estigmatización social, discriminación laboral, baja autoestima) que reducen la probabilidad de éxito y poseen importante repercusión en calidad de vida.
El tratamiento “conservador” de la obesidad grave fracasa por el momento en más del 95% de los casos en intentar conseguir una pérdida de peso mantenida en el tiempo. Las nuevas perspectivas de tratamiento farmacológico y de abordaje global de la obesidad van reduciendo las diferencias entre el tratamiento farmacológico y quirúrgico.
Hasta ahora la cirugía es la única alternativa eficaz a medio y largo plazo para el tratamiento de la obesidad grave y se puede decir que cumple los objetivos fundamentales del tratamiento de la obesidad: disminución de peso, disminución de comorbilidades y mejoría en calidad de vida. No obstante, el fenómeno de la recuperación ponderal puede hacer necesario asociar tratamiento medicamentoso si el aumento de peso es importante y hace perder los beneficios de la intervención quirúrgica previa.
Existen hoy en día estudios claros que demuestran un control eficaz de las complicaciones (diabetes, hipertensión, dislipemia, apnea del sueño, depresión, cáncer, etc) y menor mortalidad en los pacientes con obesidad grave tratados con cirugía bariátrica.
Criterios para inclusión en un programa de cirugía bariátrica
• Edad 18-60 años
• IMC ≥ 40Kg/m2, o ≥ 35 Kg/m2 con comorbilidades mayores asociadas susceptibles de mejorar tras la pérdida ponderal
• Evolución de la obesidad mórbida mayor de 5 años
• Fracasos continuados de tratamientos convencionales supervisados
• Ausencia de trastornos endocrinos que sean causa de la obesidad mórbida
• Estabilidad psicológica
• Ausencia de abuso de alcohol o drogas
• Ausencia de alteraciones psiquiátricas mayores (esquizofrenia, psicosis), retraso mental, trastornos del comportamiento alimentario (bulimia nerviosa)
• Conocimiento de los mecanismos por los que se adelgaza con la cirugía y entender que no siempre se alcanzan buenos resultados
• Comprender que el objetivo de la cirugía no es alcanzar el peso ideal
• Compromiso, por parte del paciente, de observar las normas de seguimiento tras la operación quirúrgica.
• Consentimiento informado después de haber recibido toda la información necesaria (oral y escrita)
• Las mujeres en edad fértil deberían evitar la gestación al menos durante el primer año después de la cirugía.
Requerimientos de un programa de cirugía bariátrica
La práctica de la cirugía bariátrica debe llevarse a cabo en unas condiciones de eficiencia y sobre todo de seguridad. Es necesario señalar que éste es un tratamiento multidisciplinar y que existe una elevada morbimortalidad en función de las condiciones del paciente previas al tratamiento quirúrgico.
El equipo multidisciplinar está formado por numerosos especialistas, desde médicos de Atención Primaria, nutricionistas, endocrinos, hasta psicólogos o psiquiatras, cardiólogos y, obviamente, cirujanos bariátricos. Serán ellos quienes, entre otras cosas, confirmen que la operación está indicada y evalúen y valoren las comorbilidades asociadas con vistas a la intervención y su posterior seguimiento.
La educación acerca de causas, complicaciones y bases del tratamiento de la obesidad y mecanismos por los que funciona la cirugía bariátrica es imprescindible
para el candidato a ser intervenido. La motivación por parte del paciente y el compromiso para mantener el seguimiento programado a corto, medio y largo plazo es igualmente imprescindible para que la expectativa de éxito sea la adecuada.
Evaluación de la persona candidata
Las pruebas médicas o evaluaciones necesarias antes de la operación son:
· Hematometría completa, estudio de coagulación.
· Bioquímica básica, que incluye glucemia, perfil lipídico y hepático, función renal iones, proteína C reactiva.
· Revisar los niveles de vitaminas: ácido fólico, B12, vitaminas liposolubles (retinol, vitamina D, vitamina E, carotenos).
· Revisar los niveles de minerales: calcio, fosforo, hierro, ferritina, magnesio, zinc.
· Serología de hepatitis B y C.
· Detección de Helicobacter pylori (anticuerpos, test de aliento, gastroscopia), si la técnica quirúrgica implica exclusión gástrica.
· Radiografía de tórax.
· Electrocardiograma.
· Estudio gastroduodenal: serie radiológica. Opcionalmente, también pueden hacer una gastroscopia, pHmetría y manometría esofágica para descartar hernia de hiato, reflujo gastroesofágico o infección por H. pylori.
· Ecografía abdominal.
· Pruebas funcionales respiratorias: espirometría y gasometría. Estudio polisomnográfico y oximetría de 24 horas.
· Análisis de hormonas: tiroideas, insulina y paratohormona.
· Interconsultas: psiquiatría, anestesia, e individualmente según las comorbilidades asociadas.