Tratamiento de la obesidad

Nutrición y ejercicio

Una alimentación equilibrada y el ejercicio físico regular constituyen, junto al apoyo psicológico y al tratamiento farmacológico o quirúrgico cuando el especialista lo considere oportuno, los cuatro pilares para el tratamiento de la obesidad.

Nutrición
La nutrición también es clave en la prevención de la obesidad. En este sentido, en general, se recomienda recuperar la tradición mediterránea de la alimentación que incluye un mayor consumo de pescados, legumbres, verduras y hortalizas, aceite de oliva, frutas frescas, frutos secos y cereales, y muy bajo de carnes rojas y grasas de origen animal.
Una dieta saludable no está exente de variedad y sabores. Hay muchas posibilidades para no aburrirse ni sentir que estás “a dieta” eternamente. No obstante, es importante seguir las recomendaciones médicas.

Ejercicio físico
La práctica regular de ejercicio físico es esencial tanto en lo que se refiere a la prevención primaria (no llegar a sufrir obesidad), como en la secundaria (controlar su evolución).

Entre los beneficios que se obtienen está la reducción de la tensión arterial y el estrés, el aumento de la producción de lipoproteínas de alta densidad (HDL o colesterol bueno), de la capacidad de los músculos para utilizar adecuadamente el oxígeno y de la eficacia del sistema inmune, la modulación de la presencia de azúcar en la sangre, la activación del metabolismo y la capacidad de mantener el balance energético del organismo, gastando el exceso de calorías ingeridas con la alimentación y evitando la acumulación de grasa en el tejido adiposo.
Según las recomendaciones actuales, se debería realizar un mínimo de 30 minutos de actividad física de intensidad moderada, 5 días o más a la semana. En cuanto al tipo de actividad, se recomiendan aquellas que tengan una mayor relación con acciones cotidianas (caminar a buen ritmo, subir escaleras, trabajar en el jardín o en las tareas de la casa), sin dejar las actividades de tipo recreativo.

Todas las actividades físicas realizadas de forma regular, con una determinada intensidad, ayudan a conseguir con el resto de medidas de tratamiento una pérdida significativa de peso, grasa corporal y a mejorar la salud cardiovascular y general.
La prescripción de ejercicio (tipo de ejercicio, frecuencia, duración e intensidad) debe hacerse teniendo en cuenta el estado de salud de la persona y su estilo de vida, es decir, ha de ser individualizado.

Comienza una nueva vida

Intervenciones psicológicas y conductuales

La persona con obesidad no solo sufre los efectos negativos que esta patología crónica tiene sobre su estado de salud general, sino también los psicológicos. Es habitual la estigmatización y la discriminación.
Ante esta situación, la motivación es fundamental para asegurar el éxito del tratamiento. Por tanto, junto al apoyo familiar, es de gran ayuda poder disponer de ayuda psicológica para reforzar la motivación.
Asimismo, los trastornos y conductas alimentarias anómalas son elementos comunes
en las personas con obesidad. Por eso, para asegurar una pérdida de peso mantenida en el tiempo, son también necesarias estrategias para manejar las conductas y modificar hábitos con resultados positivos.

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Farmacoterapia

Para el tratamiento de la obesidad hay también varios fármacos disponibles. De hecho, en los últimos años se han producido importantes avances en el tratamiento farmacológico. Dicho tratamiento se prescribirá cuando el especialista médico lo considere oportuno.